Te has preguntado: «¿por qué no soy capaz de hablar de lo que estoy sintiendo?» Hoy te quiero hablar acerca de las emociones y por qué muchas veces sientes temor al intentar expresar eso que te enoja o hace sentir triste y de dónde viene ese miedo.
Muchas veces nos sentimos culpables y mal con respecto a eso que sentimos porque la mayoría de personas a nuestro alrededor se han encargado de jugar al juez diciéndonos cómo, cuándo y qué deberíamos sentir y por qué está mal sentirnos como nos sentimos.
Pero eso nada más es la punta del iceberg, hay más detrás del miedo a expresarnos.
Así que antes de seguir quiero empezar escribiendo lo siguiente: todas las emociones, sin excepción, tienen algo bueno para nosotros.
Lo importante es vivirlas y sentirlas, pero sentirlas de verdad. Sin miedo ni culpas.
La mente y el cuerpo
Cuando reprimes y niegas tus emociones auténticas porque piensas «no está bien sentirme triste» o «sentir enojo o ira por el daño que me hicieron solo me perjudica a mí», tu cuerpo eventualmente comienza a «protestar» a través de síntomas físicos como problemas gastrointestinales, migrañas, etc. o psicológicos como ansiedad o depresión, por ejemplo.
¿Y esto por qué? Porque la mente está conectada al cuerpo.
Hoy en día encuentras mucha información al respecto de emociones «buenas y malas». En esta última categoría encuentras emociones como: ira, odio, tristeza, desconfianza, miedo, etc.
Y claro, al leer o escuchar las palabras «malas» o «negativas» comienzas a sentirte culpable porque crees que no es correcto lo que estás sintiendo (aunque esté más que justificado eso que sientes).
Pero estas emociones, contrario a lo que lees o te dicen, están lejos de ser perjudiciales para ti y mucho menos de hacerte una «mala» persona.
"El cansancio típico de la depresión aparece cada vez que reprimimos nuestras emociones intensas, cuando minimizamos los recuerdos del cuerpo y no queremos prestarles atención."-Alice Miller
Lo que sí es perjudicial para ti es forzar a tu cuerpo y mente a sentir algo que verdaderamente no sientes.
Provoca un enorme desgaste emocional obligar a tu ser a no estar triste cuando has sufrido una pérdida importante para ti, por ejemplo, u obligarlo a no sentir enojo cuando alguien te ha humillado o hecho mucho daño, incluso si ese alguien han sido tu propia mamá o papá.
Es más que comprensible y está bien sentir enojo, ira, odio o tristeza cuando la situación que viviste lo amerita.
Ponerse en contacto con tu sufrimiento es sanador porque de esta forma te conoces a ti mismo, por esta razón es contraproducente reprimir tu verdadero sentir.
reprimir para no sentir
Cuando eres adulto te da miedo sentir y expresar tus emociones porque muchas veces, cuando eras niño o adolescente y querías expresar lo que sentías, tus principales vínculos primarios afectivos te juzgaron, ignoraron, humillaron, pegaron, etc. afirma la psicóloga Alice Miller.
En la mayoría de casos esos vínculos primarios son mamá o papá, pero puede ser cualquier persona que estuvo a cargo en los primeros años de vida.
Así que la mejor defensa que tenía tu mente para soportar ese dolor que provocaban estos comportamientos de tus padres, era reprimir tus emociones para no sentir. Tenías que anesteciarte de alguna forma para vivir.
Todos los niños, sin excepción, necesitan del amor y cuidados de los padres para sobrevivir en el mundo. A diferencia de muchos animales que ya se valen por sí solos a las pocas horas de nacidos.
Un bebé o niño pequeño depende por completo de su mamá o papá para poder satisfacer todas sus necesidades tanto físicas como emocionales y sociales.
Si un bebé se encuentra hambriento y solo, por mucho que grite y llore, no logrará ponerse de pie y conseguir su propio alimento, dependerá por completo de que un adulto le proporcione la comida y así alimentarse.
Esto también ocurre con el desarrollo psicoemocional de los niños y niñas.
Por sí mismo, un niño jamás aprendería a amarse o valorarse si antes no ha tenido una referencia de amor y valorización hacia él de sus vínculos afectivos primarios.
Como consecuencia de esta necesidad de amor siendo un niño, lo más sensato de hacer para conservar eso que necesitabas para vivir era «matando» tu verdadero sentir (enojo, frustración, miedo, tristeza, etc.) de esta forma mamá o papá no se enojaban y retiraban su amor ignorándote, pegándote, humillándote… Necesitabas ese amor para sobrevivir.
Pero muchas veces el precio que pagamos por haber conservado ese amor es muy caro.
"Las emociones no son un lujo, sino un complejo recurso para la lucha por la existencia."-Antonio R. Damasio
La mayoría de adultos paga esa deuda de amor con depresiones, adicciones al alcohol o drogas, relaciones de pareja tóxicas, grandes carencias afectivas, ataques de ansiedad, trastornos alimenticios, etc.
Todo esto como consecuencia de esos vacíos emocionales que surgieron tras haber aniquilado su propio ser cuando era un niño y tenía aquella falsa ilusión de que solo así, mamá o papá lo amarían al fin.
Un amor falso y condicionado, por supuesto, porque ese niño solo era digno del amor y agrado de sus padres si se comía toda la comida del plato o si sacaba las mejores notas escolares o si se mantenía callado y no molestaba.
De lo contrario, si ese niño o niña expresaba sus emociones con llanto o enojo porque la comida no le gustaba, por ejemplo, era un «niño malo» o «berrinchudo y mal hijo», entonces el «amor» desaparecía.
Y un niño no puede soportar que sus padres no lo amen y lo rechacen, así que hará lo que sea para conservar ese amor.
Un niño o niña primero se «anulará» a él o ella misma, antes que ver a su madre o padre retirándole su amor, porque no puede sobrevivir sin él.
Cuando escribo «anularse» me refiero a reprimir y enterrar en lo más profundo de su ser su verdadero sentir (sentimientos, emociones, conductas, etc.).
«Ya no siento tristeza porque a mamá le molesta que llore. Ya no juego libremente porque a papá le molesta el ruido que hago con mis juguetes y me manda a callar. Ya no me permito sentir enojo porque a mamá no le importa y de igual forma me obliga a hacer algo que no quiero.
Pero no me importa, estoy dispuesto a sacrificar lo que verdaderamente siento con tal de que se sientan felices conmigo y me amen siempre.»
Y no hay nada peor para un niño que mandar al abismo sus verdaderos sentimientos y emociones para convertirse en alguien que realmente no es, porque crecerá y se convertirá en un adolescente o adulto que no es capaz de resolver sus propios conflictos ya que no se conoce a sí mismo.
desenterrando las emociones reprimidas
Ahora bien, ¿qué tiene que ver que mis padres no hayan validado mis emociones siendo niño con mis problemas ahora que soy adulto?
Pues tiene todo que ver.
Porque dentro de ti, en el inconsciente, está esa niña o niño herido que cuando quiso expresar lo que verdaderamente sentía, en lugar de recibir amor y comprensión, solo encontró soledad y rechazo.
Es muy doloroso aceptar que no te amaron ni aceptaron por quien eras en verdad, así que esto permanecerá en el inconsciente para protegerte del sufrimiento hasta que salga a la luz con ayuda de psicoterapia.
La buena noticia es que ya no eres una niña ni un niño o adolescente y no necesitas ser amado ni validado por nadie más que tú mismo para sobrevivir. Ya no necesitas reprimir lo que sientes por miedo a que te ignoren o lastimen.
En tus primeros años de vida sí lo necesitabas porque de lo contrario podrías haber muerto de hambre o de frío si no estaba mamá o papá cerca, pero esto quedó atrás. Ahora puedes vivir sin ese amor.
Reconocer esto no es fácil para nadie, pero hacerlo es liberador, porque al fin te das cuenta que ya no es necesario acabar con tus verdaderos sentimientos y emociones por el miedo inconsciente a lo que sufrías de niño.
Ahora solo dependes de ti y de nadie más.
Así que no tengas miedo ni culpa de sentir alegría, tristeza, ira, desprecio o miedo hacia algo o alguien si eso es lo que en verdad sientes.
Quizás te tocó aprender muy temprano en la vida que enterrar tus emociones era lo mejor que podías hacer para sobrevivir, pero ahora eres un adulto y eres libre de expresarte porque ya no habrá consecuencias dolorosas como las que vivió el niño o la niña en aquellos días.
Ponerte en contacto con esas emociones enterradas es el primer paso para empezar a conocerte a ti mismo.
Por esta y muchas razones más es tan importante validar las emociones y sentimientos de todos los niños y niñas. Al anular y desvalorizar lo que piensan y sientan podría acarrear graves consecuencias en su desarrollo psicológico.
Deseo que después de haber leído estas palabras puedas aprender, poco a poco, a expresar tus emociones sin miedo, siéndote fiel a ti mismo y a lo que sientes.
"Pues prefiero tener ataques y gustarte a no tenerlos y no gustarte."-Marcel Proust, Carta a su madre
1 comentario en «¿Por qué me da miedo expresar lo que siento?»
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